Gestión emocional

¿Pastilla roja o pastilla azul?

Tú eliges

¿Gestión emocional o emocionalidad?

¿Qué quieres?

¿Vivir en tu mente o vivir en tu realidad?

¿Vivir en tus emociones o vivir en tus acciones?

¿Vivir en tu pasado o futuro o vivir en tu presente?

Tú eliges sufrir tu vida o vivir tu vida.

Mira.

Sufres porque haces caso a tus emociones, sufres porque en vez de centrarte en objetivos y en acciones, te centras en tus emociones.

Tus emociones no son más que el resultado de tus creencias.

Y tu vida actual es el resultado de ellas.

¿Estás contenta con la vida que tienes?

En caso de que tu respuesta sea que no deberías cambiar tus creencias.

Pero cambiar tus creencias no se hace desde la mente.

No se puede hacer.

Se hace desde la acción.

La acción diaria te llevará a unos determinados objetivos y conseguir estos objetivos te hará cambiar tus creencias.

Pero esa acción debe tener una dirección.

Unos objetivos.

Estos objetivos deberías determinarlos desde tu amor propio e intuición.

Sin amor propio todo está perdido.

Nunca sabrás dónde ir.

El amor propio es el inicio y el final de todo.

Supongamos que tienes amor propio.

Vale.

Ahora vete a tu intuición.

No a tu mente.

Tu intuición te dirá donde ir.

Te dirá qué objetivos quieres conseguir.

Y una vez los tengas claros.

Ahora sí.

Ahora ve a tu mente.

Y con tu mente crea unos hábitos diarios que te lleven a esos objetivos que siempre serán a medio largo plazo.

Qué pasos debes hacer hoy para llegar dentro de un tiempo a ese lugar que tanto deseas.

Los pasos son acciones diarias, hábitos diarios que debes tener descritos y organizados y agendados en tu Google Calendar.

Y aquí es donde debes centrar tu vida.

En la gestión emocional

No en las emociones.

En la acción diaria.

En la acción horaria.

En esta acción, sin hacer caso a las emociones que te digan, qué miedo, qué cansancio, qué pereza, …

Acción.

No haces caso a tus emociones, dejar ir los objetivos y te centras en la acción del ahora.

Esta acción al principio no te divertirá.

Pero cuando sea un hábito en ti sí lo hará.

Acción en presente

¿Qué quieres hacer con tu vida?

Pues en ello tienes que centrarte.

No en tus emociones.

Diseña en una agenda hora a hora centrada en hábitos diarios y en eso debes centrarte.

Nada más.

Y las emociones, a la mierda.

Ni caso.

Las sentirás igual, te dirán que no será posible, te dirán que ahora no, te dirán que no puedes, te dirán mil excusas para que no hagas lo que tienes que hacer cada hora de tu vida.

Pero ni caso.

Ni caso.

Tu error es hacer caso a las emociones del corto plazo.

Debes estar centrado en los objetivos a medio plazo y en los hábitos de la acción aquí y ahora qué deben llevarte a estos objetivos.

Los hábitos de hoy te llevarán a los objetivos del futuro.

No puedes decidir tu futuro, pero si puedes decidir tus hábitos diarios y tus hábitos diarios decidirán tu futuro.

Tus hábitos diarios deben ser claros y agendados, hora a hora.

Y hasta que no odies tus circunstancias actuales, no las vas a poder cambiar.

Todos los seres humanos optimizamos nuestras acciones y comportamientos con tal de cumplir nuestros mínimos estándares, antes que por cumplir nuestras mayores aspiraciones.

Ejemplo:

Toda persona hace lo que sea necesario con tal de tener un plato de comida cada día y un techo bajo el que dormir.

Pero pocas personas trabajan duro y se esfuerzan para ser millonarios y comprarse un Bugatti.

¿Moraleja?

Si quieres lograr tus mayores aspiraciones, debes convertirlas en tus mínimos estándares.

Se aplica lo mismo en tu vida profesional, social o amorosa.

Las personas con resultados mediocres «regulares» se acaban conformando con una vida regular y nunca llegan al siguiente nivel porque «tampoco están tan mal».

Sea cual sea tu caso, si realmente quieres cambiar tus resultados.

Debes odiar tu situación actual.

Debes avergonzarte de ser una persona que no consiga lo que quiera en su vida.

Debes convertir tus mayores objetivos en tus mínimos estándares.

Debes empujarte.

Debes presionarte.

Debes cabrearte.

Pero tus emociones te frenan el proceso.

Por eso debes eliminarlas de tu ecuación.

Tener una buena vida es un proceso duro, largo y frustrante en ocasiones: cientos de rechazos, bloqueos y obstáculos a superar que parecen imposibles.

(si fuera fácil, cómodo, rápido y sencillo, todo el mundo lo haría)

Si realmente te quieres hacer responsable de tu propia vida, estas son las mentalidades que debes adoptar:

«Prefiero morir antes que no lograr mis objetivos»
«Haré lo que sea necesario»
«No me rendiré hasta que no lo logre»
«Cueste lo que cueste, tarde lo que tarde»

Hasta que no hagas ese clic en tu mente, nada va a cambiar.

Mira a tu alrededor:

¿Cuántos amigos tienes que tengan una vida envidiable?

Vivimos en una sociedad donde ser mediocre es el estado por defecto.

Y lo normal es conformarse con una vida que «no esté mal» y en relaciones mediocres.

Pocas personas son capaces de dejar su ego de lado y reconocer que necesitan hacer este cambio.

Puedes seguir formando parte del rebaño o convertirte en una persona libre.

En ambas vas a sufrir igual.

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