Las emociones

Necesitas madurar.

Crees que eres maduro, pero no lo eres.

Si sufres la vida, eres un niño.

Si disfrutas de la vida, eres un adulto.

Cuando sufres y te enojas, eres como un niño pequeño que llora, porque quiere un caramelo y su padre no se le da porque ahora lo que toca, es comer.

Un caramelo que no necesitas para nada.

Un adulto no hace nada de esto.

Un adulto no llora por un caramelo que no tiene y que sabe que no necesita para sentirse bien.

Un adulto actúa.

Un adulto se acerca a lo que quiere, se aleja de lo que no quiere, toma lo que desea o al menos lo intenta, y paga las consecuencias de sus actos.

Emociones y sentimientos van de la mano

Sufrir es de niño pequeño.

Llorar es de niño pequeño.

Necesitar caramelos es de niño pequeño.

Los niños están controlados por las emociones (la culpa, el deseo, la tristeza, la melancolía, el miedo, la rabia, el deseo, la frustración…)

Necesitan y esperan que el papa de turno, les dé lo que ellos creen que quieren y si no, lloran.

El agotamiento emocional y conductas inmaduras

Tú no lloras, pero sufres, cuando la vida no te da, lo que tú consideras que mereces.

Un adulto no está controlado por las emociones, la razón es su baremo, no necesita lo que sabe que no necesita, y si quiere algo (que sabe que no necesita) va por ello, con deportividad, y acepta el resultado de ganar o de perder, pero va por ello en todos los casos.

No podemos controlar las emociones como no podemos controlar el tiempo, pero sí podemos dejar de hacerles caso.

Las emociones deberían ser una herramienta más, para que jugasen a tu favor y no en tu contra.

Las emociones están, para mejorar tu vida, no para empeorarla.

Las emociones son herramientas que bien utilizadas te mejoran la vida y que mal utilizadas te la complican, te la empeoran y hacen que sufras la vida.

Las emociones son para disfrutar de ellas, tanto de las buenas (amor, éxito, aprobación) como las que crees que no son tan buenas (rechazo, desaprobación, desprecio, angustia, tristeza).

Las emociones que piensas que no son buenas es porque simplemente, son herramientas, que todavía no sabes usar.

¿Cómo gestionar las emociones?

Ante todo debes entender que es una emoción y su utilidad y del porqué es bueno sentirla.

Y una vez entendiéndolas, una buena gestión emocional, es saber aprovecharlas todas, para mejorar tu vida

Ser adulto, es que te diviertan todas las emociones que sientes.

Todas.

Ser adultos, es que te diviertan todas las emociones, las buenas y las que aún supones que no lo son.

Todas.

Emociones positivas

Todas las emociones son buenas, si sabes por qué sientes lo que sientes, en cada momento.

Unas emociones te causan gozo.

Otras emociones te avisan de cosas que debes cambiar.

Otras emociones te hacen mejorar y crecer.

Pero en todo caso las emociones están para gozarlas y aprovecharlas para crecer.

Cuando las emociones son la causa de tu alegría y de tu pena eres un niño.

Un adulto aprovecha todas as emociones que siente para hacer de su vida una vida mejor.

Por ejemplo:

Un adulto entiende que necesita fracasar con frecuencia para tener un éxito a medio plazo.

Y usa esta emoción de fracaso, no para frenar y abandonar, sino para impulsarse, para aprender y para persistir.

La emoción fracaso, le hace sentir algo incómodo, pero un adulto, emplea esta información, para entender realmente, que significa esta emoción. 

Que la emoción fracaso le haga sentir algo negativo, un adulto lo entiende, como un elemento evolutivo, para qué las personas menos evolucionadas, se frenen y abandonen, y él lo sabe, él sabe que esta emoción, puede frenar a muchos de sus competidores, y entender eso, es lo que hace impulsarse con más fuerza.

Un adulto tratar a todas las emociones como avisos y señales de que está viviendo una buena vida.

Estabilidad emocional es cuando entiendes que no hay emociones opuestas

Las emociones que tú crees son opuestas entre ellas, son en realidad, la misma emoción.

Alegría y tristeza es la misma emoción en distinto grado de intensidad.

Por ejemplo:

Alegría y tristeza es la misma línea recta de la emoción y que podríamos ponerle otro nombre.

La emoción “alteza” cuando está a nivel 0 le llamaremos tristeza y cuando está a nivel 10 le llamaremos alegría.

Un adulto sabe que esta emoción a veces estará a nivel 0 ya veces a nivel 10, pero no es importante por su vida.

No está triste porque la emoción «alteza» está a nivel 0 y no está muy alegre cuando la emoción «alteza» está a nivel 10.

Un adulto usa las emociones, no para sentirse bien o mal, sino para aprovecharlas en mejorar su vida.

Un adulto está bien siempre. No depende de las emociones para sentirse bien y en paz.

Ser un esclavo de las emociones, corresponde a los niños.

Un adulto sabe que la emoción «alteza» tiene un grado de 0 a 100 y cada número de esta graduación le está dando información para que haga cosas o deje de hacer cosas, a fin de llevar la emoción a 100.

Pero sabe que no será posible ni siempre ni por mucho tiempo.

Un adulto está tranquilo, actúa a su favor, en elevar la emoción, pero se centra en la acción.

Piensa algo, para poder sentir la alegría a nivel 10, la naturaleza necesita que esta alegría pueda llegar a nivel 0.

Responsabilidad emocional

Necesitas que exista el sufrimiento para que haya alegría.

Un adulto no se centra en las emociones que siente, sino en los objetivos que desea.

Un adulto hace lo que debe hacer en función de los propósitos a medio plazo que ha decidido, con independencia de las emociones a corto plazo que sienta.

Un adulto sabe que sentir una emoción buena o mala, es estar vivo.

Un adulto sabes que esa emoción que ahora siente como mala, es simplemente falta de práctica.

Además, practicar esa mala emoción que siente cuando hace algo, se convertirá como por arte de magia en una emoción buena, cuando practique más.

Las emociones son solo señales

Las emociones solo te avisan en qué nivel de destreza estás.

A mayor destreza más alegría.

A menor destreza más tristeza.

Un niño siente tristeza y deja de hacer lo que está haciendo porque le causa tristeza.

Un adulto sabe que si persiste en esto que ahora le causa tristeza, le causará alegría más adelante.

Un niño se construye las creencias de acuerdo a las emociones que siente.

Un adulto se construye las creencias de acuerdo con los objetivos que desea alcanzar.

Un adulto elige las creencias que le permitirán conseguir los propósitos que desea alcanzar.

Un adulto simplemente escucha las emociones y lo que siente, sabe que será bueno si persiste lo suficiente.

Sabe que está recibiendo información de las emociones.

Un adulto se fija unos objetivos a medio plazo y va por ellos, aunque las emociones que siente a corto plazo no sean buenas.

La regulación emocional y la intuición

Escuchar a tus emociones te permite saber si debes mejorar y en qué.

Un niño simplemente deja de actuar porque siente una emoción que no le gusta.

Un niño es esclavo de las emociones.

Un adulto utiliza las emociones como una herramienta para crecer.

La tristeza es buena porque es alegría en potencia, si eres capaz de divertirte en ella, aprender de ella y pasar a la acción.

La tristeza es solo una señal de que estás vivo y que puedes mejorar tu grado de tristeza si actúas de una manera determinada y persistes en ella.

Estás vivo, pero no estás agradeciendo lo que tienes.

Por eso estás triste.

Solo te falta agradecer lo que tienes.

Solo te falta tomarte las cosas más a broma.

Únicamente te falta dejar de necesitar cosas que no necesitas.

Únicamente necesitas desapegarte del resultado.

Únicamente te falta amor propio.

Un adulto se da cuenta de lo que le está diciendo el hecho de sentirse triste y se toma las medidas que las emociones le muestran.

Y en la acción y con las emociones como brújula, va mejorando cada uno de estos aspectos que, la emoción de tristeza, le está diciendo que debe mejorar.

Y cada emoción te trae un montón de información buena para ti.

El rechazo es bueno, porque es aprobación en ciernes si aprendes de cada rechazo y persistes en ser más rechazado.

El rechazo es bueno si consigues que te divierta.

El rechazo te permite experimentar cosas que no dominas.

Si aprendes de cada rechazo, acabará divirtiéndote ser rechazado.

El adulto lo sabe.

El niño no.

Cada vez que lo rechazan, culpa a los demás de la injusta que es la vida y deja de intentarlo y entra en un bucle de culpar y de tristeza de la que nunca saldrá.

La clave es que te diviertan las emociones.

La clave es que te diviertan todas las emociones y las quieras seguir experimentando, hasta que la emoción X que está a 0, por lo que te hace sufrir, seas capaz de llevarla a nivel 10.

El adulto saber llevar las emociones del nivel 0 al nivel 10.

El niño se queda en la emoción de nivel 0 y sueña con que por arte de magia y del destino, pueda experimentar emociones de nivel 10.

El niño es una hoja en el viento.

El adulto es el viento.

La gestión de las emociones

El adulto es dueño de su destino.

Las emociones le hacen reír y le muestran el camino.

Las emociones son brújulas, son chuletas, son maestros.

Las emociones te dicen dónde tienes que ir y como.

Las emociones son solo una brújula.

Un adulto suelta las emociones y se centra en objetivos a medio plazo y en acciones a corto plazo que le lleven a estos objetivos a medio plazo.

Y usa las emociones para ir hacia donde debe ir, más rápido.

Un niño sufre las emociones y lo frenan, lo bloquean, lo paralizan, lo destruyen.

Un adulto escoge libremente las creencias que le pueden llevar a estos propósitos.

Un adulto trabaja en las creencias y sobre la base de ellas manipula, las emociones que siente a su favor.

Un adulto sabe que no puede cambiar las emociones que siente, pero sí las creencias, que son las que originan las emociones que siente.

Un adulto juega con las emociones para vivir una vida mejor.

Un niño las sufre.

Un adulto no es dominado por las emociones, solo las escucha, para saber dónde está y dónde debe ir y cuál es la mejor forma de ir.

Un adulto leva las emociones de 0 a 10.

Un adulto sabe que las emociones que va a sentir dependerán de sus creencias, de sus acciones y de persistir en la práctica.

Un niño solo sufre las emociones y disfruta…

Un niño es un ser patético.

Un adulto disfruta de la vida.

Un adulto no está condicionado por las emociones.

Un adulto disfruta de todas las emociones porque las lleva del 0 al 10 y disfruta del proceso.