Cómo salir de una mala relación

Cómo salir de una mala relación de pareja

Una relación es como una partida de tenis.

Hay partidas divertidas y partidas que no lo son.

Hay partidas en las que sales de ellas con una buena sensación en el cuerpo y otras en las que no.

Las relaciones se basan en el intercambio de información, en el intercambio de emociones y en el intercambio de energías.

Somos como somos, sentimos cómo sentimos y pensamos como pensamos y eso mismo es lo que transmitimos.

Y de este intercambio sale una sensación.

Una sensación que no se elige.

Una sensación de bienestar o de malestar.

Si es de bienestar, la relación se mantiene y si no, a veces se mantiene y a veces no.

Depende.

Depende de muchas cosas.

Depende de lo que te respetes y depende de lo que necesites al otro.

Puedes fingir la sensación que sientes en una relación durante un tiempo.

Pero no para siempre.

Fingirla te hará sentir malestar, pero lo puedes hacer.

De hecho, muchos lo hacen.

Incluso esta sensación que tenías de placer inicial cambia a malestar con el tiempo.

Sin saber el porqué.

Sin que haya pasado nada.

Sin que nadie pueda evitarlo.

Sin que nadie sea culpable de nada.

La sensación no la puedes escoger.

Nunca.

Lo que sientes no lo puedes escoger ni deberías querer escogerlo.

Es un error que cometemos siempre.

No va de lo que dices, ni de lo que no dices, ni de lo que haces o dejas de hacer, no va de lo que tú haces, ni de lo que tú eres, ni de lo que tú sientes.

Va de lo que siente el otro cuando te observa o te escucha.

No puedes hacer nada, ni el otro puede escoger tampoco que siente.

No hay nada en el mundo que puedas hacer.

Ni deberías hacerlo.

Nadie puede.

Solo hay una cosa que hacer y es respetarte a ti y estar atento a ello.

Estar muy atento a lo que el otro siente cuando está contigo.

Y no estamos atentos, para nada.

Y así nos va siempre metidos en relaciones que no son buenas para ti ni para nadie.

Mira.

Cómo salir de una relación que te hace mal

Lo que comunicamos el 94 % es a través de la comunicación no verbal.

Quien no esté atento a todo lo que no manifiesta el otro con la palabra, no ha entendido nada de lo que es comunicarse con otro ser humano y lo normal es que sufra.

Estar atento a cómo siente el otro es clave.

Y no estamos atentos.

Ni a lo que siente el otro cuando se relaciona contigo, ni a lo que sientes tú cuando te relacionas con él.

Vivimos desconectados de nosotros mismos y así nos va.

Si hubieras estado atento, te hubieras dado cuenta cuál era la sensación que tú sentías cuando te relacionabas con esa otra persona.

Y te hubieses dado cuenta de lo que ese otro siente cuando se relaciona contigo.

Hay mil detalles a tener en cuenta.

Mil son pocos y tú te los pierdes todos.

Estar atento.

¿Qué sientes?

Si tú sientes bien el otro es fácil que también sienta bien, o no.

Pero si tú sientes mal, seguro de que el otro sentirá también mal.

Nadie puede engañar a nadie.

Es imposible si estás atento a ti.

Solo nos estamos engañando a nosotros mismos todo el tiempo.

Si el otro siente mal, solo es cuestión de tiempo a que la relación se acabe.

Y si no acaba será peor, mucho peor.

Estar atento es la clave para que las relaciones las acabes tú y no el otro.

Es mejor terminarlas tú y lo antes posible.

No esperes a que el edificio se caiga para salir de él, porque te harás daño, siempre nos hacemos daño.

Si detectas grietas hay que salir del edificio lo antes posible, aunque aun este de pie.

Nada es más amoroso que acabar tú, una relación que el otro acabaría más adelante o que no acabaría nunca, pero en la que no es feliz.

Y os ahorra tiempo a los dos, y sufrimiento, y mil mierdas más.

Estar atento es todo.

Si no sabes que sientes tú tienes un problema.

Si no sabes que siente el otro tienes otro.

Y si lo sabes y no haces nada tienes uno mayor.

Si estuvieras atento te darías cuenta estos pequeños detalles que permites, que perdonas, que disculpas y que no te hacen sentir bien.

Y un día cuando menos te lo esperas esta relación se acaba y el otro desaparece o se aleja

Y tú te quedas allí, como un tonto sin entender nada

Y esto ocurre porque tú no has estado atento a los pequeños detalles.